La verdad es inestable y variada porque depende del punto de vista que se coja para que algo se convierta en mentira o en todo lo contrario…
Esto no lo digo yo, es una verdad bien conocida desde antiguo y Ramón de Campoamor lo expresó mejor que nadie: «Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira»
Por eso muchas personas eligen pertenecer a un colectivo, ya sea este político, vecinal, tradicional o incluso lúdico-festivo, pero que con seguridad le marcará lo que es verdad y lo que no, tanto de la vida, de la actualidad o incluso de la historia. Resulta cómodo el sentimiento de pertenencia porque aporta razones para vivir y para combatir, de esta forma un colectivo de ciclistas, por ejemplo, tendrá claro que la verdad está de su parte, porque tienen derecho a transitar por carreteras a su velocidad y que sean los coches los que deban reducir su marcha. Está claro que para los conductores la verdad será otra… Pertenecer a un colectivo, el que sea, facilita la vida de sus miembros porque el grupo o sus dirigentes tienen muy claro lo que es verdad y los seguidores solo tienen que obedecer la doctrina.
Yo no tengo esa suerte, voy por libre en la vida y eso tiene muchos inconvenientes, entre otros el no saber nunca lo que es verdad y lo que no, por eso prefiero no lanzarme en brazos de ninguna verdad y menos si se trata de verdades absolutas, porque si algo he aprendido es que no existe ninguna verdad que pueda superar la de vivir cada día.
*Ramón de Campoamor en Cervantesvirtual
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